¡Buenas!
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Para empezar os pongo un culo griego que el Pr0n siempre atrae visitantes |
Ya sé que a estas
alturas pensabais que había abandonado el blog (una parte de mi ya pensaba en
abandonarlo para ser sinceros), pero la verdad es que tenía ganas de volver.
Llevo un verano de locura, entre la mudanza, los viajes, dormir mucho y rascarme
las picaduras de mosquito (no es una excusa… ahora mismo llevo como doce), la
verdad es que no he tenido tiempo/ganas de hacer mucho: ni leer, ni tele.. pero
también es cierto que llevo unos días más activa, así que al ataque.
He pensado volver con la crónica de nuestro viaje a Londres.
Sé que a estas del cuento el que no ha ido a Londres es porque no ha querido,
pero bueno, nosotros también hicimos nuestras rutas, cometimos errores, tuvimos
momento mágicos… y qué narices… que había que rellenar entradas (y yo de
suaches de maquillaje y cosas de esas la verdad es que poco).
Nuestro viaje a Londres empieza en ¡Madrid! Exactamente en
el hotel Santos Maydrit. Todo un 4 estrellas por poquito menos de 50 euros la
noche. La habitación era amplia, el baño espectacular, tenían carta de almohada (y si eres especialito para las almohadas
como la que escribe es un placer y con transfer las 24 horas al aeropuerto. La
verdad es que fue todo un descubrimiento.
¿Y por qué cogimos un hotel con transfer? Pues porque nos
fuimos en el primer vuelo de Ryanair, sobre las seis de la mañana con destino a
Stansted, así que Alejandro y yo estábamos a las tres en Barajas haciendo cola
en los mostradores de dicha compañía. En la cola conocimos a una chica super
maja (Elena) con la que entre otras cosas llegamos a la conclusión de que el
señor Ryanair quiere que tengas un poco de experiencia Perdidos, por eso te
mete en la isla que es la puerta de embarque y los mostradores de facturación
durante tanto tiempo… para que socialices (por si las moscas, me pido no ser
Hugo).
El caso es que tras un vuelo en el que casi nos venden a la
prima segunda del sobrecargo pero que llegó como con quince minutos de
adelanto, estábamos en Stansted. Por cierto, si viajáis con Ryanair os dirán
que compréis el billete en el avión, que en la estación no hablará nadie en
español… ¡Flores! Si compráis los billetes y llegáis al tren, el mensaje está
en inglés, italiano y español… para que no quede dudas. Dejamos el tren en
Liverpool Street y cogimos la Oyster.. Os aviso de que para coger la travel de
una semana hace falta una foto (nosotros no lo sabíamos). La Oyster para una
semana cuesta unas treinta libras más cinco de recargo por la tarjeta (que se
supone que te los devuelven si entregas la tarjeta). ¿Recomendable? Mucho,
nosotros no queremos pensar lo que nos habría costado el transporte público sin
ella.
Una primera incursión en el metro y llegamos a Queensway, a
nuestro hotel. Un Bed and Breakfast al lado de Hyde Park (claro, aunque con lo
grande que es Hyde Park., eso no es gran ayuda): El Troy. Para seguir con
nuestro Omen de buena suerte, la habitación estaba esperándonos y pudimos dejar
las maletas y salir a comprar algo para comer y empaparnos en la lluvia
londinense.
¿Recomendaría el Troy? Lo cierto es que no puedo comparar
con nada, tiene algunos aspectos mejorables y barato no es, pero la ubicación
es inmejorable, así que es un buen punto de partida para la búsqueda de
alojamiento.
Y nos fuimos a buscar la London Pass. Quizás a alguno os
suene pero os lo explico para los que no. Es una tarjeta para turistas en la
que se incluyen las entradas a diferentes lugares (algunos de ellos, como la
Torre de Londres con entrada sin cola, y eso en Agosto es impagable) y se
incluyen descuentos en tiendas y experiencias. Nosotros cogimos la de tres
días, unas 69 libras por cabeza (ya os aviso de que Londres es caro de narices)
pero pensando que casi en el primer día la habíamos amortizado…
Y con nuestra London Pass para activar al día siguiente nos
fuimos al Museo Británico o como yo prefiero llamarlo, la cueva de Alibabá. Sí,
soy filóloga inglesa, y sí, en el imperio Británico no se ponía el sol ni a
tiros, y también, se puede ver toda la historia del mundo en un edificio, pero
en el fondo me da pena que todo esté tan descontextualizado. Es un
museo-almacén dónde te encuentras estatuas en los pasillos y mosaicos romanos
en las escaleras… Es cultura gratuita al alcance de la mano, pero ver el friso
del Partenón sin el Partenón, o una colección de momias porque sí… es
interesante, pero es triste a la vez.
La nota friki de la visita (bueno, en realidad hay mil), en
el British podeis ver Lewis Chessmen, que sirvió de inspiración para le ajedrez
con el que juegan Harry, Ron y Hermione en la peli de la Piedra Filosofal.
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Lewis Chessmen British Museum |
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Harry Potter y la Piedra Filosofal |
Un consejo, si vais a apurar hasta el final… esperar un
poquito menos. Nosotros decidimos salir quince minutos antes de que cerraran
porque en el British cabe muchísima gente
y cuando dicen de cerrar, sale todo el mundo, es agobiante. Quince
minutos pueden hacer que salgas de forma cómoda, que tengas tiempo a curiosear
tranquilamente en la tienda y a hacerte fotos en la explanada.
Ahora toca algo friki, nos fuimos a Hogwarts… digo a
Kingcross. Entre los andenes 9 y diez han puesto una tienda de Harry Potter con
merchandising de Warner de Harry Potter, y sí, ya os aviso, la tienda es cuca,
pero cara. El merchandising, queridos míos se compra por internet. Pero allí
nos plantamos con nuestras bufandas (Ravenclaw él, Slytherin yo) a hacer cola
para hacerse la foto en el anden 9 y 3/4. Hacerse la foto es gratis, te la
haces tú con tu cámara, pero lo cierto es que tienen un fotógrafo que hace
fotos para la tienda y que cuestan ocho libras. Sí, la compramos, era la forma
de tener una foto de los dos juntos yendo a Hogwarts. No so esperéis una
estación cómo la de la peli, porque no lo es. King Cross es moderna y los
andenes se parecen más a los de Puerta de Atocha que a los de la peli. Rowling
se inspiró creo que en la estación de Euston, pero la verdad es que no nos dio
tiempo a ir a ver. (Por si os lo preguntais, sí, lloré. Mucho además. Llevo
leyendo Harry Potter desde los quince. Sé que es tonto, pero me hizo muchísima
ilusión).
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Me voy a Hogwarts |
Y a la vuelta tuvimos un momento mágico de verdad. El metro
de Londres a las ocho de la tarde es una masa de gente, en realidad no ves a
nadie porque hay tanta gente que sólo procesas cabezas. Pero en un intercambio
de trenes, Alejandro se encontró a un amigo. Sin planificación, por casualidad,
pura magia. Y bueno, la cosa no acaba ahí… cuando íbamos para casa paseando por
Queensway vimos un Bentley clásico (nos pasamos el viaje mirando coches chulos,
que daño está haciendo en mi Top Gear) y os juro que pensamos que estaba
conducido por el mismísimo Roger Moore. No sabemos si es verdad o no… pero
increíble.
Como el rollo de hoy ya ha sido considerable, lo dejo por
hoy. Intentaré seguir pronto y no enrollarme demasiado. No sé que es menos
creíble de las dos cosas… Un besito.
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